Muchas veces podemos sentirnos anclados a muchas cosas. Lugares, objetos, personas. Y es inevitable no aferrarse a esas cosas cuando uno las necesita.. tal vez uno no se piensa aferrado, pero cuando se las extraen..
Sin embargo, no es tan dañino aferrarse a algo, sino a una experiencia. Y es tan difícil querer repetirla y sentirse impotente.. como alguien que quiere sentirse feliz o extasiado de nuevo, pero la causa se fue volando por la ventana. ¿Qué se hace entonces? ¿Se condena uno, quizás, a no ser feliz nunca más? Como el amor que parte, que se sabe que no va a volver. ¿Está olbigado uno a no amar nada o a nadie más? Allí está el error. No está mal aferrarse a experiencias, sino a sus causas.. porque son tan mutables.. Es la base de nuestra naturaleza: la inestabilidad. Porque como el ser amado parte, puede partir uno, sin permitirse volver a sentir algo igual por alguien, quizás, tan bueno como el amado. Porque uno no piensa, no comprende la partida. Física o de sentimiento.. ésta última la peor. ¿Cómo comprender la falta de amor?.. sólo empezando de nuevo... amando algo que nunca va a dejar de amarte.. lo sano, lo real..
Qué hermoso es sentirse anclado a lo infalible!