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Nada es eterno. Esas cosas se aprenden cuando logra uno calibrar por momentos el riesgo de perder la monotonía, la rutina. Cuánto nos quejamos de ella, pero cuánto nos duele verla irse...
Cada cosa que damos por sentado es capaz de irse por la cañería al menor descuido. Pero no por eso es necesario vivir cada momento como el último. No, más que nunca en esos momentos se debe guardar calma y actuar como cualquier otro día.. no son planificadas las mejores jornadas. Son espontáneas. Se logra allí la diferencia entre lo sincero y lo sintético. ¡Es tan fácil confundir uno con otro! Basta sentirse dueño del momento. Nada es lo que parece.. porque todo parece durar hasta el ocaso de nuestra vida. Y tal vez lo haga.. en el momento en que logramos inmortalizar el momento dándonos todo. Cuando se hace la diferencia. Cuando uno de repente entiende, que, después de todo, el que la rutina termine no es algo tan malo...
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Comentame, que para alguien escribo. Todavía no tengo muy claro para quién, pero quizás sea para vos.