8.2.10

Cuando logramos observar de frente una encrucijada, miramos dos puertas. La ancha, la de las cosas fáciles, la que toma la mayoría, la mejor pintada, la de marco más débil.. y la estrecha.
Al principio (siendo sinceros) ni siquiera la consideramos. ¿Quién miraría dos veces esa puertucha que tantos años parece tener, tan gastada y poco atractiva? Pero antes de cruzar la otra, decidimos mirar hacia los caminos no tomados... nos toma un sólo segundo sentir que quizás deberíamos envalentonarnos y tomar la otra...
Cuando logramos discernir y comenzar a convencernos de que la puerta estrecha es la correcta, es el instante en el que advertimos que si es estrecha es que es difícil cruzarla. Que si no la toma la mayoría, es que es difícil cruzarla. ¿Cómo ir por el camino correcto? Estrujando cuerpo, (tripa y corazón).. y hasta alma. Dejando atrás de a poco lo prescindible, hasta deshacernos incluso de lo más difícil: nosotros mismos. Vaciándonos de aún nuestros mejores deseos para poder alcanzar nuestra pequeña infinidad. Para llegar a la luz cegadora.



Lo que nos espera es la perfección. La puerta estrecha es el dolor.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Comentame, que para alguien escribo. Todavía no tengo muy claro para quién, pero quizás sea para vos.